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SIERRA DE LAS VILLAS (JAÉN): SECRETOS DEL TRANCO



EL TRANCO Y EL CAMINO VIEJO






Solo la perspectiva temporal, y el estudio concienzudo de la memoria histórica, junto con el análisis reflexivo de todos los pormenores, que no son pocos, podrán algún día revelarnos si aquel proyecto que se gestó hace ya más de un siglo, ha tenido un calado integralmente aceptable pues, la alteración de la naturaleza, sea del tipo que sea, siempre tiene su sobre coste. 

A favor, la evidencia para el progreso apabulla, claro que a costa de la permanente alteración (desaparición) de un gran valle, de oficios inequívocamente autóctonos, de modos de vida, de caminos ancestrales, de ..., pero pensar en estas memeces es de románticos bienintencionados

Pues sea, pero valgan una caminata y unas líneas escritas, para recordar lo no conocido y escuchado, lo poco que ha quedado de lo que fue y las cosas que dejaron sin recoger cuando se fueron. Como si con lo escrito, pudiera quedar fijado el recuerdo que, hasta a los pocos que quedan y lo vivieron, ya les cuesta evocar.




Ni de Beas, ni de Hornos, ni de Santiago-Pontones, ni de Villanueva del Arzobispo, !EL TRANCO ES DE MONZOQUE¡, o como hoy se diría seguramente, de Mojoque. Claro que allí, en Mojoque, ya no queda nadie que levante la voz para reivindicar que aquello tuvo su nombre hasta el día en que a los venidos de fuera se les ocurrió cambiárselo, propiciando la vulgaridad y chauvinismo en la reivindicación del topónimo, que no hace más que abundar en la mediocridad y mostrar a los que lo vemos desde otra perspectiva, poco alcance de miras. 

Unos cuentan, que lo de Beas, se lo pusieron porque los que vinieron a hacerlo se alojaron en ese pueblo ¿...?. Otros dicen, que fue porque así lo marcaba la brújula empleada por entonces, que parece que señalaba distinto de las de ahora ¿...?.




Polémicas aparte y para quién las quiera, el caso es que hoy día, hablar de El Tranco, está asociado difusamente al gran lago artificial que hicieron los de la administración en el centro del Parque, y visible desde gran parte del mismo, un mar interior con el que la mayoría hemos crecido e inevitablemente nos hemos identificado. Más concrétamente, El Tranco está coligado al muro de contención que le hicieron al Grande, la presa, y al poblado existente en su contorno donde hasta mil almas llegaron a residir durante la época de la construcción. Pero no siempre fue así…




El Tranco de Monzoque fue uno de esos lugares tenebrosos, lugubres, temidos, míticos, que destaparon pródigamente la fantasía serrana de quienes supieron de él desde la distancia, por los relatos fantásticos escuchados a aquellos que sí lo conocieron y lo contaban y hasta lo magnificaban, cosas de la sierra...  El Tranco de Monzoque, lugar de entrada y salida al fértil valle de Hornos y a la espesura serrana por esta parte de la Sierra, fue poso de leyendas de tradición oral, de bandoleros, hubo  quién situó al Pernales en la cueva existente en el cauce, en su margen derecha y que se hubo de sellar para siempre de hormigón para una correcta impermeabilización del terreno. 
Los que se atrevieron a describirlo en papel fomentaron, sin duda, la leyenda negra de este punto neurálgico. De sobra conocido es el relato que Pascual Madoz hace en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar en 1847



.../... en él se encuentra el difícil y peligroso 
paso del Tranco de Monzoque.../...Este Tranco está 
en una elevadísima risca situada a la derecha del 
Guadalquivir, y si tiene acceso aunque muy difícil, 
es por medio de cortes y composiciones hechas 
en su trayecto: antes de dominarla, presentase la 
vereda en un vacío, desde el cual por medio de 
agujeros y poyos hechos en la risca, forman el 
camino unos maderos colocados de un punto a otro 
de ella, camino cuya anchura tiene apenas cinco palmos 
(1 metro aproximadamente), y más de 100 varas 
de altura (85 metros aproximadamente) el precipicio 
colocado bajo él. El paso de esta especie de puente, 
es imposible dejar de hacerlo en el supuesto de 
tomar este camino; más solo las personas que tienen 
costumbre, lo verifican sin marearse o sin experimentar (sic) 
al menos un grande estremecimiento de horror, pues 
otra cosa no puede suceder interín (sic) se atraviesan 
las 10 varas (8,5 mts aproximadamente) que tendrá de 
largo en las cuales no se deja de percibir la 
profundidad del abismo, por la poca anchura del paso, 
y el espantoso ruido que forma el río estrellado 
en las rocas que encuentra en su corriente.../...




Gómez Muñoz, en su Gran libro de las Sierras de las Villas, conversando literariamente con los últimos serranos, en este caso un nieto de la tía Victoriana, la de la famosa venta a pie del camino viejo y del río, trabajador como tantos otros en la construcción de la presa, da una descripción menos dramática que Madoz pero igualmente inquietante


.../...Desde la venta del Floro (Foro), el camino 
subía y salía no a la punta del muro que tenemos 
ahora sino que se metía por debajo del túnel que 
es donde teníamos el verdadero tranco. Una asperilla 
de pura roca que para andarla tenía mucha dificultad. 
Era solo ahí justo donde se presentaba el paso malo 
o más bien, con riesgo. El filo de la roca que sale 
del morro que baja (del Quijarón) como una cresta o 
una pequeña muralla que no tendría más de tres o 
cuatro metros. La raspa esta, como sobresalía algo, 
cuando se acercaba uno, tanto por un lado como por 
el otro, no dejaba ver a los que venían por la otra cara. 
Solo este punto era de verdad malo, porque luego, 
si venias para el valle de Hornos, en cuanto saltabas 
la cresta que es a lo que siempre nosotros por 
aquí le hemos llamado tranco, ya estabas pisando 
tierra buena. De olivos estaba sembrado todo eso.../... 
Si se bajaba de la Vega de Hornos hacia Villanueva, 
lo más difícil del Tranco, comenzaba justo en la raspa 
del morro, lo que ya hemos dicho era Tranco.../...
el mayor peligro que tenía este trozo de senda 
era que se encontraran personas que fueran en 
direcciones opuestas. Por algunos sitios si se podían 
cruzar pero por otros era imposible.../...la dificultad 
estaba en la gran inclinación de la ladera, 
unos doscientos metros desde el tranco serio hasta 
dar vistas a las casa del Floro (Foro)

(El Gran Libro de la sierra de las Villas. 
Gómez Muñoz, J. Ed. Bubok. p.178-179).




Estos testimonios nos dan idea de que aquello fue de otra manera, antes de que existiera la carretera, la que hoy día todos recorremos tranquilamente para penetrar en la Sierra por este lado y cuyo único fin entonces fue poder llegar al lugar de las obras, existía un camino, un bonito camino que iba por el río dando vida, conforme avanzaba, a estos lugares en forma de ventas, huelgas,..., trasiego de vida al fin y al cabo que pretendemos dar forma intentando describirlo y recorrerlo lo más que podamos. A saber si el Tranco formó parte de aquella posible variante del camino de Aníbal que unía Cástulo con Cartagena, las evidencias que Peñamujo esconde , por la divisoria de las aguas, son tremendamente sugerentes.

Peñamujo y El Tolaillo desde el valle




El CAMINO VIEJO, así quedó sellado en el colectivo lugareño una vez que dejó de cumplir su función. Se alteró el paisaje para siempre con escombreras y restos de la faraónica construcción, los que vivían abajo se mudaron arriba, junto a la nueva carretera. El caminero, el pobre hombre que se encargaba de mantener este difícil tramo del camino del tranco en condiciones sin que nadie se lo hubiera ordenado, por la dádiva de arrieros y viajeros que por allí pasaban, una perra gorda dicen que cobraba, perdió su oficio. El río Grande, dejo de ver desfilar la maderada y el trajín que suponía en este angosto lugar. Las acémilas dejaron de pasar cargadas del aceite molido en lo de los García Franco y en lo de Saro. También vio disminuido su cuenca el río, porque al agua le hicieron un túnel invisible, paralelo al cauce de siempre, pero oculto en las entrañas de la montaña, por donde la derivaron para conseguir electricidad.




Cuando todo pasó, cuando todos se fueron, solo quedó el eco de chapa y el sonar del claxon en cada curva del correo del Tranco, la gente dejó de caminar, ya viajaban...




Este tramo, el que tuvo vida propia antes y durante la construcción del muro, es el que intentaremos desvelar, apenas unos kilómetros por cada orilla pero densos de vida serrana en el antes y de restos que dejaron tras él durante. Se fueron sin recoger, dejaron vestigios para que sepamos que en aquel profundo barranco, una descomunal obra tuvo lugar. Afortunadamente la naturaleza todo lo tapa, todo lo oculta, a la espera de su descubrimiento. Una lástima que aquel motor económico de la sierra no mantuviera las expectativas, la construcción del muro se acompañó de una intensa reforestación para que el vaso, lo que fue el gran valle no se encenagara; paradojas de la vida, que cuando todo estuvo concluido, la gran riqueza acuífera allí contenida, aguas de estas sierras, del Amarillo, del Montero, del Borosa, del Mojoque, del Fraile, de la Mesa, de la Fuente del Oso, de las Espumareas y las Huelgas, del Aguasmula, de la Cabañuela,..., no sirvieran para mantener la vida de los que tuvieron que irse sin más remedio, como el agua que se escapa por aquél túnel camino de tierras lejanas.




En fin, un lugar que ya no conoceremos, pues salvo las descripciones verbales, no he podido ver ningún documento gráfico de aquél Tranco tal y como fue, EL TRANCO DE MONZOQUE (MOJOQUE).




LA RUTA

Seguiremos los pasos de quién "trasteó" anteriormente y con fundamento la zona aunque no aspiramos a completar el rutón que a resultas se marcaron.  Seremos algo más humildes en cuanto a la distancia y al desnivel, sin embargo trataremos de rematar un tramo que dejaron al margen (por seguir mis recomendaciones) y vital para aflorar  y descubrir el Viejo Camino del Tranco.

Tenemos dos posibilidades de conocer los entresijos de aquél gran barranco. La que llamo opción A o ruta larga (11,16 kmt) y la opción B o ruta corta (5,36 kmt), como la segunda está incluida íntegramente en la primera y su punto de inicio no se sitúa en la sierra de las Villas propiamente dicha, con objeto de sortear sensibilidades extremas y cualquier contradicción con el título, será la primera la que nos ocupe en adelante.



"El melmecino" encrucijada serrana y lugar entrañable de la sierra de las Villas


Arrancamos del señero puente de los Agustines, puerta de entrada de la sierra de las Villas, lugar frecuentado otrora por las acémilas de los cosecheros minifundistas, serranos roturadores que ganaban filas de olivar al monte año a año, donde llevaban a morturar la fruta de la cosecha y ahora, lugar frecuentado por turistas y locales, como el que narra, que se da una vuelta por el entorno mientras espera a los compañeros de ruta. El lugar representa el descanso estratégico para recuperarse de una ruta, bajo la sombra del entrañable “melmecino”  y algo fresquito en el quiosco que bajo su amparo se construyó. Podemos repostar agua en su graciosa fuente, frente al quiosco. Puedo ver que han quitado aquél infame cartel con errores ortográficos (o tipográficos) que poco favor le hacía al acervo cultural serrano...







...pero desgraciadamente continua deteriorándose el panel que hay junto al antiguo control (hace cuatro años comuniqué por escrito a la Delegación provincial de medio Ambiente ambos extremos, solo han corregido el primero, desconozco cual puede hacer más daño, si las imperdonables faltas orto-tipograficas del cartel o la posibilidad de que el muro se desplome sobre alguien).



El panel en 2010 amenazando desplome


El panel en 2014 con una zona desplomada y gran deterioro del muro




Una vez reclutada la escueta tropa para la ocasión, nos vamos camino del Charco del ACEITE (a-c-e-i-t-e, please!!!) por un tramo que, aunque asfaltado, es sumamente agradable de andar por la frescura de la ribera, el remanso del río y la posibilidad de avistar ánades o incluso alguna garza. La Veleta se alza altiva sobre nosotros, sus pies se hincan verticalmente en el agua. Un repecho y un ligero estruendo que aumenta conforme avanzamos nos anuncia que estamos llegando al lugar donde el río se hace de nuevo río, lo que le quitaron al Grande en la presa para embutirlo bajo la tierra ahora emerge con rotundidad, a boca llena, sobre todo ahora que la riada la sueltan alegremente.









Inmediatamente se encuentra el área recreativa que le hicieron a este charco que ahora no es como era porque lo han tenido que remansar y acicalar para que los turistas disfruten del baño. Apetece recorrerlo en soledad, para descubrirlo en su belleza natural, su cueva, sus peñones, sus fuentecillas, incluso el murillo de contención está hecho con buen gusto pudiendo recorrerse caminando.










Arriba, las mesas que hicieron para descanso.






Por allí sale un senderillo río arriba que pronto se bifurca, el que desciende podemos seguirlo opcionalmente y nos llevará al mirador que hicieron sobre uno de los peñones del Charco. Tengo la impresión que este era el Camino Viejo, más adelante, pasado el desvío del mirador hay un tramo muy sugerente, además por lo leído y escuchado, el camino iba pegado al río en casi todo su trayecto hasta pasado la Venta de la Victoriana que comenzaba a remontar. Otro aspecto que me hace pensar así es la existencia de la calera unos metros más adelante y que debía estar cerca del camino para el transporte de piedra caliza y posteriormente de la cal elaborada. Esta construcción aún la podemos ver en aceptable estado de conservación aunque en un entorno muy deteriorado.


puente del mirador del charco del aceite


tramo del camino muy bien conservado


extraordinario refuerzo del camino


puerta de la calera


restos calizos en las inmediaciones de la calera


Por encima de la calera va ahora el camino que queremos seguir, en el que aún estamos nos puede llevar a la cerrada dificultosamente por los vertidos de las obras que aquí se realizaron. Así pues volveremos sobre nuestros pasos y, en momentos, veremos la calera pero desde arriba. Pisamos el GR-247 que seguiremos hasta el poblado de Fuente Negra. Precisamente, la primera casa de este disperso poblado la encontraremos al subir un repecho que se inicia en un llanete de material de relleno con pinos, rozaremos la casa por la izquierda y bajaremos lo subido para retomar el nivel del río. Esta bajada es deliciosa al deambular por una cerrada en la que el río truena y, en época de lluvias, podremos contemplar la caída del chorro del Hoyacillo enfrente, por el paredón rocoso. El camino sortea unos grandes peñones rodados de las alturas para salir a una amplia planicie donde ya distinguiremos las casitas del núcleo principal del poblado de Fuente Negra. Poco recorrido tuvo la iniciativa de hacerla villa turística, a pesar del enclave privilegiado en el que se encuentra.




boca de la calera desde arriba



Chorro del Hoyacillo










poblado de Fuente Negra


Apetece entretenerse en la zona mirando por los rincones, e incluso asomarse al mirador que hay junto a la casa grande o bajar al río. Cuando terminamos, subimos por la carretera hasta un colladete en el que se bifurca el camino. Avanzaremos hacia delante por el carril de tierra dejando en este punto el GR que sube con el asfalto hasta la carretera. Descendemos de nuevo a nivel del río para recorrer un paraje que difícilmente olvidaremos, sea la época que sea, salvo que haya una crecida y todo esto se encuentre inundado, en cuyo caso mejor renunciamos. Tenemos por delante casi un kilómetro de carril para disfrutar de un tramo de choperas, juncales, bosque de ribera donde no es raro toparnos con algún jabalí. El lugar, conocido de antiguo como el Rayo, ahora lo llaman Fuente Negra por la profusa fuente que encontraremos a la derecha de nuestro camino, con sus seis caños y con vestigios de lo que fue hace años una zona recreativa y de acampada libre, todo perdido y abandonado, una pena. Más adelante nos cruzaremos con la desembocadura del arroyo de los Masegosos, que tendremos que vadear porque baja con fuerza y abundante formando unos bonitos saltillos. Desde aquí otro buen tramo delicioso de andar, de ensueño en otoño hasta llegar al lugar donde el carril cruza el río para irse a la otra orilla y subir por el Canalón del Toro. Nosotros no cruzaremos ahora, lo haremos al regreso, así que será buen momento para sopesar y planificar su franqueo.


Fuente Negra y la zona recreativa anegada


camino por la zona inundable de Fuente Negra


desembocadura del arroyo de los Masegosos


vado del Guadalquivir


A la izquierda repararemos en un olivar cercado y con una puerta, pasaremos, teniendo en cuenta de cerrarla bien para que los animales no penetren en el recinto. Igual haremos con las dos puertas que más adelante nos esperan de las mismas características, estamos en el camino del Tranco y podemos pasar pero siendo respetuosos con los minifundios locales. Tras la tercera puerta encontraremos unas grandes matas de pitas y una construcción junto a ellas, es la señal de haber llegado a la emblemática Venta de la tía Victoriana que queda unos metros más arriba. Cuántas historias podrían contar estas ruinas, cuántas vidas de gentes que por aquí pasaron y tuvieron que hacer noche en un cabecero de farfolla, junto a la lumbre, solo porque el río iba muy crecido más abajo, cuántos secretos no revelarían estas cuatro humildes paredes, cuánta gente no alimentó este horno medio derruido ahora, gancheros, aserradores, arrieros, los primeros trabajadores de la presa, recoveros y hasta los migueletes, de quienes he oído contar que quienes más les temían eran los pollos de los cortijos, verlos aparecer y sabían que uno caía (por lo que eran debidamente espantados y alejados de la vivienda). La Victoriana, igual que Foro, tuvieron que mudarse arriba, a la carretera, cuando el Viejo Camino dejo de ser útil. Desde allí, desde el hundido barranco, asoma mágicamente el Quijarón dándonos las referencias de nuestro periplo. La Venta de Victoriana anuncia en sentido ascendente que pronto dejaremos el río y debemos comenzar a remontar para dirigirnos al auténtico Tranco de Monzoque. Aunque parece que el camino de nuevo se corta por una valla, debemos rodearla por el lado del río, una vez al otro lado del olivar estaremos atentos a una piedra vertical a nuestra izquierda ya que por ahí se metía el viejo camino (hito).




horno de la Venta Victoriana


Venta Victoriana


vallado que debemos rodear


hito en el camino que nos indica donde debemos abandonar el que llevamos y tomar el Camino Viejo 


Opcionalmente, podemos seguir al frente, para visitar un poco más adelante (no sin tener que reptar y trotar por culpa de árboles caídos en medio del camino) la llamada cerrada de la escalera, nombre adquirido ya en la época de la construcción de la presa por una escalinata de hormigón que construyeron para salvar una roca y poder pasar al otro lado en busca del vado que sube a las Cañaíllas, su antigua denominación era el charco de la “ahogá”, de cuando no había presa, parece que una riada trajo hasta aquí el cuerpo de una muchacha. Un sereno y apacible rincón que invita al descanso. Como he dicho, salvando la roca, encontraremos un vado para cruzar al otro lado, pero esta no es la ruta que llevamos, así que si nos hemos atrevido a llegar hasta aquí regresaremos hasta donde se separa el viejo camino y comienza a ganar altura (hito en el camino).




escaleras hechas para el trasiego de obreros en la construcción de la presa


charco de la "ahogá"


Al comienzo hay que ir muy pendiente para embocarlo adecuadamente, después, conforme gana altura se irá marcando más nítidamente mediante los refuerzos de piedra seca que ellos le hacían. Así, nos va subiendo, zigzagueando, salvando la cerrada del charco de la “ahogá” primero, y la ladera casi vertical que cae desde la carretera donde están los cortijos que hicieron cuando la presa. El viejo camino nos lleva a un lugar donde hay una puerta que debemos salvar como las anteriores y otra más allá, no olvidando de cerrarlas, para toparnos súbitamente con un gran peñón que nos hace dudar del paso, tendremos que rodearlo por abajo y súbitamente aparecen las ruinas de la antigua Venta de Foro, justo debajo de la que hicieron después en el camino nuevo, la carretera. Bancales, paratas, frutales, nos delatan que aquello tuvo otra vida, el camino pasa por arriba, entre la casa y un paredón que queda a la izquierda, sale a otros bancales y se dirige a una pedrera, arriba de esta, junto a la carretera se encuentra la fuente de Foro. Un poco lioso se presenta aquí el camino tras cruzar la pedrera, ya que se ve cortado por la vegetación, la cual debemos salvar para conectar más arriba, de nuevo con este. Una nueva construcción se presenta al frente debiendo salvarla por la izquierda, probablemente aquí es donde nuestro camino viejo deja de ser desdibujado por la ladera artificial de materiales de relleno comidos a la montaña. El camino que seguimos se eleva bruscamente para sacarnos rápidamente a la carretera unos cien metros antes del túnel. El Viejo Camino probablemente seguiría en la misma cota de nivel, pasando bajo el túnel y teniendo el paso malo, el tranco que lo hizo famoso donde el rebosadero del pantano rompe la raspa calcárea que baja del Quijarón buscando el río, aquí es donde debió estar esa esquina maldita donde no se veía a quien venía del otro lado, donde quien por aquí discurría se encontraba a esas 100 varas de altura, (ochenta y cinco metros aproximadamente) que unidos al estruendo que por aquí en ocasiones debía generar el río hizo preocupante el traslado de vertiente, de ahí la leyenda se hizo sola. 


de nuevo en el hito


al inicio debemos ir atentos a las marcas














escalera de la margen izquierda que después visitaremos




flecha marcando el charco de la "ahogá"


las cumbres que divisamos desde una revuelta del el viejo camino


primera visual del muro


cerca metálica que nos servirá de referencia


puerta que debemos pasar y cerrar


peñón que rodearemos por la derecha


interior de la antigua Venta de Foro


la misma venta desde fuera






zona en la que se desdibuja el viejo camino, sacándonos el actual a la carretera




cobacha en la que Gómez Muñoz relata, vivió una mujer con una extensa prole 


Aunque no es objeto de la ruta, por el poblado y la presa podemos entretenernos lo que deseemos, el lugar lo merece, tal vez la cotidianidad atenúa lo impresionante del lugar, con solo alzar la vista por los derroteros próximos podemos comprobarlo. Cruzamos la presa cambiando de vertiente. A un lado, el gran vaso que este muro contiene; al otro, el gran barranco que nos espera; abajo, la central eléctrica, responsable del túnel que durante cinco kilómetros secuestra nuestro río.




el embalse, las lomas del montero y detrás se atisba Peñamujo


poblado de El Tranco


central eléctrica




En el semáforo, giramos a la derecha para tomar el camino, al principio común para bajar a la Central y para ir al barranco de las “cañaíllas”. Un paseo en descenso en este tramo asfaltado, con bancos de piedra que invitan a sentarse y contemplar esta maravilla. Conforme descendemos vamos encontrando ya algunos vestigios de la construcción que aquí tuvo lugar, covachas, un túnel de aireación, hasta que llegamos a un cruce donde el asfalto se dirige a la derecha, en dirección contraria a la nuestra. Por tanto, tomaremos el carril de tierra y desecharemos a la derecha un desvío que baja al río, justo a donde dijimos anteriormente que se encontraba el vado junto al charco de la "ahogá". Continuamos en suave subida hasta que encontremos una curva pronunciada a izquierda limitada lateralmente por una trinchera comida a la ladera. Justo antes de cruzar la trinchera, por la derecha, debemos abandonar el carril.


trinchera a las "cañaillas" y central eléctrica




poderoso muro




lugar aproximado por donde debió ubicarse el difícil paso del Tranco de Monzoque







bifurcación, a la derecha a la central eléctrica, a la izquierda nuestro camino




el camino de la derecha nos desciende al vado junto al charco de la "ahogá"


lugar donde abandonaremos el carril


trinchera en la que abandonamos el carril de las "cañaillas"


puerta de entrada a la casa rural de las "Cañaillas" que encontraremos si seguimos el carril


Aquí se acaba el "senderismo familiar, el camino se enmatoja y es dificil de seguir, el terreno malos de andar por lo que hay que extremar las precauciones. Tras abandonar el carril estaremos atentos a un hito bastante visible que nos indicará que debemos ascender entre los romeros para encontrar el sendero bueno, unos metros por arriba de dicho hito (hay que subir un poco la ladera desde el hito para encontrar la senda). Bregando con la vegetación avanzaremos hasta que el sendero comienza a descender decididamente encontrando súbitamente una escalera de hormigón que nos descenderá a un nivel inferior. Más adelante, en dirección al barranco, otra más corta que nos ayudará a introducirnos en el mismo. Toda esta arquitectura se encuentra aquí porque el barranco de las “cañaíllas” fue elegido para hacer un socavón (de los cuatro que creo hicieron) para la construcción del gran túnel. Al llegar al lecho del barranco, encontraremos una plataforma de hormigón con elementos sueltos por lo que debemos extremar la precaución en dar un mal paso. La plataforma la rodearemos por la derecha y nada más pasarla buscaremos el cauce del arroyo de las cañaíllas que cruzaremos para encontrar al otro lado la senda bien marcada, esta seguirá descendiendo por el lado izquierdo del arroyo hasta un lugar donde encontramos auténticas evidencias del trabajo que allí se hizo, charcas, muros, plataformas, y la boca del socavón por donde entraban y salían para la construcción del túnel. El río queda debajo y nosotros nos encontramos sobre una escombrera prensada que forma una amplia plataforma, por la que avanzaremos siguiendo el cauce del Grande.


dirección a seguir al inicio del sendero, se encuentra muy "enmatojado"


Quijarón (Guijarrón), siempre presente


escaleras de hormigón para introducirnos en el barranco




otro tramo ya en el mismo barranco


plataforma que debemos rodear por la derecha para bajar al cauce del arroyo de las "cañaillas"


llegando al paraje donde se trabajó intensamente en la construcción del túnel




uno de los socavones de acceso al túnel


plataformas de hormigón para las grúas de extracción


escombrera amesetada junto al río


dirección a seguir por la mesetilla


Al acabar la plataforma, el sendero se mete en la ladera que cae al río, y sin pérdida lo acompaña durante un buen tramo de monte hasta que sale a un olivar. Lo atravesaremos completamente en la misma dirección que llevábamos y encontraremos el carril que sube o baja del Canalón del Toro.


el río siempre a nuestra derecha


salida al olivar


Cien metros más adelante encontraremos el vado del que hablábamos más arriba y que debemos cruzar necesariamente, generalmente debemos descalzarnos. Una vez en la otra orilla continuaremos el camino que hicimos anteriormente pero en sentido contrario, que nos devolverá al puente de los Agustines.


Vado del Guadalquivir (Foto cortesía de Pepe Cabrera)


Por cierto, quién piense que la nutria ha abandonado este tramo del Guadalquivir está equivocado, vimos una y bien criada, pero no siempre lleva uno la cámara preparada.




EL VÍDEO





DATOS DE RUTA

Denominación
SECRETOS DEL TRANCO
Fecha
26/07/13 y 13/07/14
Itinerario
Opción A (larga): Puente de los Agustines (kiosko Mermecino) - Charco 
del Aceite - Poblado de Fuente Negra - El Rayo - Venta de la Victoriana - 
charco de la "ahogá" - camino viejo del Tranco - antigua Venta de Foro 
(Parral de la abuela)  -  Muro del Tranco - Barranco de las "Cañaillas" - 
vado del Guadalquivir - Puente de los Agustines
Opción B (corta): Muro del Tranco - Barranco de las "Cañaillas" - vado 
del Guadalquivir - camino viejo del Tranco - antigua Venta de Foro (Parral 
de la abuela)  -  Muro del Tranco 
Acceso
Opción A: Puente sobre el Guadalquivir poco antes de llegar al conocido 
Charco del Aceite.
Opción B: Muro del embalse del tranco.
A ambos lugares se llega desde Villanueva del Arzobispo tomando la 
carretera del Tranco.
Inicio
Opción A: Puente de los Agustines
Opción B: Muro del embalse del Tranco
Fin
Opción A: Puente de los Agustines
Opción B: Muro del embalse del Tranco
Tipo de trayecto
Opción A: Circular (con rabo de sartén)
Opción B: Circular
Tipo de firme
Carril, senda 
Estación
Primavera/Otoño/Invierno/Verano
Distancia
Opción A: 11,16 kmts
Opción B: 5,36 kmts
Dificultad
Moderada (en ambos casos)
Tiempo estimado
Opción A: 4 horas 
Opción B: 2 horas 30 minutos
Cota mínima
Opción A: 493 mts
Opción B: 551 mts
Cota máxima
Opción A: 657 mts
Opción B: 666 mts
Desnivel acumulado
Opción A: Subiendo: 242 mts.    Bajando: 242 mts.
Opción B: Subiendo: 173 mts.    Bajando: 173 mts.
Perfil (A)
Perfil (B)
Observaciones
Advertencia: Los track, aunque originales, solo deben tomarse a modo 
orientativo ya que lo abrupto y cerrado del terreno varía sustancialmente 
los puntos, pudiendo no coincidir con lo real o estando desplazados unos 
metros  a uno u otro lados. Hay que vadear el Guadalquivir, es posible que 
en algunas épocas del año resulte extremadamente complicado por el 
volumen del caudal, en caso de la opción A podremos evaluar la posibilidad 
de continuar casi al inicio lo que no podremos hacer en la opción B hasta 
que no nos topemos con el vado, en todo caso no hay por donde cruzas 
SIENDO NECESARIO DESCALZARSE. Hay numerosas bifurcaciones 
por lo que se debe estar atento para no tomar la equivocada. Encontramos 
fuentes en el camino, en la opción A (fuente del Mermecino, fuente del 
barranco la zarza, fuente Negra y la fuente de Foro, algo fuera de ruta). 
En la opción B solo la fuente de Foro. No abandonar basura. No encender 
fuego. 
Mapa (A)
Mapa (B)
Track
Movil
Cobertura Movistar en algunos puntos del recorrido.
Earth (A)
Earth (B)
Movil
. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de 
ultramar. Pascual Madoz. Madrid 1847
. La presa y la central del Tranco de Beas. Sagasta, L. M. Revista Obras públicas, 
1955; tomo I; pp 163-166
. El embalse del Tranco. Implicaciones territoriales de una gran obra hidráulica. 
Araque Jimenez, E. Investigaciones geográficas, nº 57 (2012); pp 61-79
. El gran libro de la sierra de las Villas. José Gómez Muñoz. Ed. Bubok


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