EL COCHE DE SAN FERNANDO: PUENTES DEL GUADALQUIVIR

Puente de los Estrechos o Puente de Saro. Sierra de las Villas (Jaén)

Cuando la necesidad acució, hubo que cambiar los vados naturales del río, por estructuras que permitieran el paso permanente de personas y no personas de una a otra orilla. No podían, como antaño, permitirse el lujo de tener que esperar días o semanas a que bajara el caudal tras las riadas que se producían con las lluvias.

Construyeron puentes elevados con pilares rematados de largueros de grandes pinos, que tanto abundaban, tras el preceptivo permiso y concesión para su tala por el correspondiente Ingeniero de Montes. En ocasiones había que proceder a cambiarlos porque se pudrían, a veces la construcción no soportaba el envite de la riada y había que reconstruirlos, a veces no merecía la pena porque el lugar elegido no era el idóneo y allí quedaban sus restos, envueltos rápida y vorazmente por la vegetación.

Por entonces, la construcción debía tener una luz amplia, para que pudiera pasar la maderada sin retenciones. Se solían situar en lugares donde había tránsito de gente, caminos importantes, molinos y, casi siempre, contaban con una venta cercana donde hacer un descanso en el camino. Acostumbraban a ser comuneros, se costeaban, tanto la construcción como el mantenimiento, entre aquellos que frecuentemente los utilizaban, el resto debía pagar un canon cada vez que pasaban, por eso, algunos, aún conservan la cancela con la que se cerraban al paso.

Poco va quedando de la Sierra autárquica, pero aún contamos con la suerte de poder disfrutar de algunos de aquellos puentes originarios. El puente de Rompecalzas o del Cardaor, que permitía la entrada y salida de la Sierra por royo Chillar, aún transitable pero deteriorándose a pasos agigantados; su hermano gemelo, el puente de los Estrechos o puente de Saro, tal vez el mejor conservado, el puente Campos, derruido y no rehabilitado tras una gran riada y que permitía la entrada y salida al barranco del lobo y a Chincoya antes que decidieran construir el puente de Ortega. Vestigios del pasado que, en mi humilde opinión, deberían mimarse.

Como suelo referir, si en otros lugares, tuvieran esto, harían palmas con las orejas... ¡señol! , ¡señol! ...