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SIERRA DE LAS VILLAS (JAÉN): CAÑÓN AÉREO DEL CHILLAR


EL CAÑÓN DEL BAJO CHILLAR

Cuando asomas a ese gran balcón que hay detrás de la Loma de la Be, que por la sierra llaman Topaero vemos en el fondo, royo Chillar discurriendo por su grandioso cañón.

Oteando las tierras circundantes del cortijo El Tamborcillo buscando una señal que me bajara al cauce para cruzar a los Sesteros, me llamó la atención una sendica, casi imperceptible que recorría a media ladera el cañón introduciéndose en él, en realidad era un hilo marcado en el terreno sin vegetación y desde entonces me rondó la idea de comprobar in situ donde nos llevaría esa traza y si se podría transitar en su totalidad. En otra ocasión, subiendo al alto del Chillar, también por el cortijo de El Tamborcillo tuve la ocasión de encontrar el punto de partida y realizar una pequeña incursión en la senda. Tengo que decir que, en aquél momento me decepcionó porque viene ocupada por grandes gomas negras que me hizo pensar que solo sería para traer agua a las olivas que circundan este estrañable cortijo ahora reducido a escombros. Por ello, di la vuelta y seguí mi camino. Este año me volvió a la cabeza aquella senda y como el año está por investigar pues manos a la obra.

Para comprobar donde nos lleva partiremos de la Venta de Melquiades, en la carretera de Villanueva del Arzobispo al Tranco, junto al mirador del Tobón que nos permite una mirada a al olivarero valle de Chincolla. Esta Venta es una de tantas que existieron en estos caminos. Ahora, tras muchos años cerrada a “cal y canto” ha reabierto sus puertas. Yo la conocí en sus años de decadencia, donde había uno de los pocos locutorios telefónicos para comunicar con el mundo. No eran tiempos de móviles. En la Venta, como en casi toda la sierra, han puesto recientemente un panel de la ruta de nos llevará a Chincolla y que compartiremos en parte, hasta el cortijo de El Tambor donde la abandonaremos para seguir otro camino.



Esta Venta de Melquiades también la conocen como la del “Cardaor” que fue el último que la mantuvo abierta, cuando por entonces aún pasaba el Correo de Villanueva al Tranco.




Por aquí hicieron un puente peatonal sobre el gran río que conocieron por los contornos como Rompecalzas, muy similar al que encontramos más adelante, camino del Tranco en la Venta de Saro o de la Desideria. Lo usaban para entrar y salir al camino de Villanueva al Tranco todas las gentes que vivían en este rincón, umbrío en invierno pero agradable en el estío.






La incursión que pretendemos sobrevuela royo Chillar a media ladera entre este y lo que queda por arriba, la lancha del Pueblo y Chincolla.





LA RUTA

Junto a la carretera, en la Venta de Melquiades, donde podemos dejar el vehículo, hay un panel de inicio que anuncia la ruta de arroyo Chillar. En realidad, la que queremos, abandona el arroyo en el cortijo del Tambor y se dirige a las cumbres, nosotros sin embargo lo seguiremos cambiando una cómoda pista por una estrecha senda, semivolada en ocasiones. También veo como se empeñan en denominar en el panel a la piedra del agujero el ojo de Carrales; aquello está en el Agua de los Perros, no en Carrales, por eso siempre se la ha llamado PIEDRA DEL AGUJERO.

Por detrás del cartel, entre el olivar se encuentra la bajada al puente Rompecalzas, este es uno de los cuatro puentes con que cuenta el Guadalquivir mientras circula paralelo a la carretera del Tranco (cinco si contamos el puente Campos, actualmente derruido). Hoy los niños se apuntaron al trote, Gacelilla no iba muy animosa pero como hay bulla soporta el paso. Cruzando el puente nos sorprenden las barcas, como nosotros les decimos. Son los de Guadalkayak “haciendo el agosto”.



El cauce lleva una buena riada, se nota que el año ha sido bueno y el Tranco está hasta arriba. Cruzamos y ascendemos a la derecha brevemente hasta alcanzar la pista que viene de la Venta del Pino y conduce hasta el puente de los Agustines. Un pinar hace que el transcurrir sea de lo más agradable, a la izquierda vemos el río y los cortijos que hay junto a la carretera. Pronto, termina el pinar y entramos en el olivar que nos va a acompañar ya hasta el Tamborcillo. Al llegar a la entrada del cañón del Chillar, donde este se entrega al Guadalquivir, el camino gira bruscamente a la derecha abandonando el gran río para encaminarse a los primeros cortijos del royo, los cortijos del Chillar. Antes, descenderemos por el carril hasta el mismo royo, donde se encuentra un vado útil para vehículos y que nos llevará cruzándolo al puente de los Agustines. Desde aquí comienza el ascenso que no dejaremos hasta el final de nuestro destino.



Alzando la mirada, nos deja embobados los grandes voladeros de la loma de la Be y los que caen hacia la umbría de los Sesteros al fondo del barranco, donde el royo gira bruscamente a la derecha para meterse hacia los Vadillos, hacia la sierra profunda.



Llegamos al primer cortijo que abre el gran cañón, el cortijo del Chillar.


El camino lo roza, mira su bonita puerta hacia los voladeros antes mencionados, hacia la umbría. Tiene un pequeño pilar donde aprovechamos para descansar, refrescarnos y hacernos la foto oficial de la excursión.




Está cerrado, vendrán por aquí para los cuidados del olivar pero no parece que lo habiten, ni en verano, con las hermosas sombras que le presta las nogueras del entorno. No le pasa como al cortijo que hay por arriba que si está habitado en época estival.


Siguiendo el carril en ascenso rozamos los huertos de este, pero el cortijo queda más arriba, se oyen voces pero no se ve a nadie. Después entramos en una zona de monte con la pendiente más fuerte, son doscientos o trescientos metros y, de nuevo, las olivas, esta son ya las del Tamborcillo. Poco más allá el cortijillo escondido entre la maleza y los árboles que ellos plantaron y ahora salvajes lo inundan.



Por detrás del cortijo está la bajada al royo y el vado para los sesteros, pero esa historia será para otro día, ahora venimos a otra cosa. Toca descanso aprovechando las sombras del cortijo, recuperadas las fuerzas tomamos nuestra sendica que parte de la misma curva que traza el carril que traemos para dirigirse a los altos de Chincolla, justo abandonado el cortijo. El punto de partida no tiene mucha pérdida, no obstante puse un hito. Pronto nos encontramos la gomas que nos marcarán el trayecto obligatorio en fila de a uno.






Va recorriendo la loma, acompañando a nuestro Chillar que se oye abajo, en el fondo “chillando” a pesar de que no lleva mucho agua. Enfrente, arriba, ya vemos el mirador del Topaero



por debajo en plena umbría la pista de los Vadillos y, más abajo la que desciende a los cortijos de los Sesteros que los tenemos enfrente, uno de ellos derruido y el de abajo arreglado. Donde la senda que nos lleva sigue obligatoriamente la curva que hace el royo para encajarse aún más en su cañón y ascender dirección a los Vadillos puedo ver junto al mismo royo una tapuela por debajo de estos bonitos cortijos de los Sesteros bajos.




Pienso que debe ser por ahí por donde esté el vado para cruzar este bonito curso de vida antes de introducirse en terreno imposible.

Nosotros continuamos sorteando ramas y arbustos por nuestra veredilla que nos va encajonando cada vez frente a un precioso paredón karstico lleno de bellas oquedades ocupadas de vegetación.



Los niños, unos jabatos. Está la senda mala de andar, en zonas hay troncos caídos que requieren un esfuerzo extra para bordearlos por la parte de arriba, por abajo iríamos derechos al fondo del royo, ¡mejor no mirar!. Como todo tiene su fin, cuando más estábamos disfrutando, un derrumbe en el camino nos detiene. Sitios peores hemos solventado pero, la hora, el calor y los niños nos recomienda ser juiciosos y dejar el riesgo para otro momento. El lugar es abrupto y, un descuido nos puede llevar de cabeza al hoyo. No obstante descansamos antes de organizar la vuelta contemplando esta maravilla.












NOTA: En otra excursión que publicaré más adelante, tuve la ocasión de hablar sobre esta senda con un vigilante de incendios, uno de esos que tienen (la obligación) y todo el día para otear el horizonte desde increíbles atalayas y me aseguró que esa senda es antigua a pesar de las gomas y que continua hasta pasar todo el cañón por ese lado. Será cuestión de descubrirlo, si alguien lo hace antes quedaría agradecido de noticias.


EL VÍDEO






DATOS TÉCNICOS



DenominaciónSIERRA DE LAS VILLAS (JAÉN): PUENTE ROMPECALZAS - CAÑÓN DEL CHILLAR (Por el Tamborcillo)
Fecha13.07.2011
Localización
El sendero sigue permanentemente el royo chillar desde su 
desembocadura en el Guadalquivir hasta nuestro destino. 
Antes debemos seguir la ribera del Guadalquivir hasta 
la mencionada desembocadura, una vez cruzado este 
por el puente de Rompecalzas.
Acceso
Desde Villanueva del Arzobispo tomamos la carretera 
del Tranco y aproximadamente en el klmt 14, tras pasar el 
mirador del Tobón y una fuentecica cuyo chorro mana 
justo enfrente encontramos al lado derecho de la carretera 
la Venta de Melquiades, donde podemos dejar el coche y tomar 
un refrigerio.
InicioPuente Rompecalzas en la Venta de Melquiades o del Cardaor 
(panel de inicio)
FinPuente Rompecalzas en la Venta de Melquiades o del Cardaor.
Tipo de trayectoLineal (ida)
Tipo de firmePista / Senda, a veces sin ella
EstaciónPrimavera/Otoño/Invierno / Verano (temprano).
Distancia5,22 kmts (ida)
DificultadModerada
Tiempo estimado2 horas (ida)
Cota mínima506 metros
Cota máxima787 metros
Sugerencias
Crema solar en verano. Estirar y calentar antes de iniciar 
la ascensión. Calzado adecuado. Agua en el cortijo de la Grilla.
TracksWIKILOC
MovilCobertura Movistar nula en todo el camino.
Mapa
BibliografíaPropia experiencia. 




2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola yo soy nacido en el Tambor,y me ha echo mucha ilusión ver como recorristeis mi cortijo y alrededores, soy Toni Carmona
tonicarmonafotos@gmail.com
mi correo por si queréis comunicar con migo,saludos

Galeno MaM dijo...

Hola, Toni Carmona.
Me alegra que un autóctono haya leído esto. Además, del Chillar, un lugar por el que he perdido la cabeza y hasta que no lo he escudriñado no he parado. Aún me quedan algunos huecos que rellenar por allí.
Soy "adoptado" (consorte) de la zona y empecé a visitar aquello en los veranos.
Desde el valle de Chincolla hasta cueva buena me parece una parte de la sierra sublime.
No te puedes imaginar la alegría que me dio encontrar el vado que comunica tu cortijo con lo de la Ramona (la grilla) y lo de matojo (sesteros). Impresionante aquella umbría.
Tienes que plasmarlo (si no lo has hecho ya) con tu arte, que es mucho.
Un fuerte abrazo.