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SIERRA DE SEGURA (JAÉN): CUERDA DE LOS MIRADORES Y ALDEAS PERDIDAS

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REQUIEM POR LAS ALDEAS PERDIDAS


      Los Centenares existen...
          hace años que quedaron completamente abandonados,
          pero sus casas aún resisten, pudriéndose en silencio,
          en medio del olvido y de la nieve,
          en las montañas de la sierra de Segura...



Quién haya tenido en sus manos La lluvia amarilla (Julio Llamazares, 1988) , entenderá el párrafo anterior...

La primera vez que leí la introducción, ineludiblemente me transportó a los Centenares. 
A menudo sucede que, mientras leo un libro, necesito recrear virtualmente donde discurre la trama, preciso un referente. Y que mejor lugar, los paralelismos son obvios (salvando las distancias geográficas entre el Pirineo oscense y nuestra Sierra). Conforme avanzaba la lectura, Anielle y los Centenares habían estrechado lazos de hermandad en mi pensamiento y en mis emociones. Estas se trasladaban a los alrededores y Berbusa, Sosín, Oliván, tomando forma en las Canalejas, Miravete, las Huelgas... barrancos, arroyos, cimas y valles tenían su reflejo, de tal guisa que solo me duró un par de días la lectura.


¿Anielle? ¿Los Centenares?


He disfrutado la lluvia amarilla en muchos rincones de la sierra, los Anchos, Linarejos, el cañón del Segura, arroyo Canales, el valle de Guarondo, la cueva del pinero, la Nava de San Pedro... y anhelaba disfrutarla por el barranco del lobo. Un año con otro los días acortaban en otoño, o llovía, o... total que aplicando el sabio proverbio de que "los Centenares siempre estarán allí", pues algún año caerá pero entretanto no quería demorar más el recorrer este rincón humanizado durante años y años, y ahora, yerto, mustio y yermo.





La gran diferencia entre Anielle  y los Centenares reside en que mientras el primero murió de viejo, el segundo acabó en un accidente premeditado, mientras el primero se desangró lenta y pausadamente, el segundo sufrió un quebranto súbito, una cuchillada trapera que le hizo vaciarse fulminantemente.





No he encontrado, por más que lo he perseguido, referencias tangibles sobre el origen del topónimo. La lógica que finalmente ha prevalecido es que debe guardar alguna relación con el centeno, por lo que me sumaré a la tesis de Antonio Vela y Enrique Martín. Probablemente la producción de este gano es la que mejor se adecuó a aquella zona escarpada de montaña, a la que sin embargo le ganaron terreno con numerosos huertos y zonas de cultivo. El centeno suele cultivarse en zonas frías, donde al trigo le cuesta brotar y desarrollarse plenamente. Como he podido leer, “el centeno es de los cereales más usados el más salvaje, más fuerte y en definitiva, más rustico, lo cual lo hace menos delicado y más productivo que el trigo, el cereal más noble”. El pan negro, aquél que se hizo (im)popular por necesidad durante la posguerra en casi toda España, aquí seguramente era bastante común, con y sin conflicto. Dicen que el pan de centeno dura más que el de trigo, alguna ventaja debía tener. 
Hay otro lugar distante, también serrano y querido, que guarda ciertas similitudes orográficas y toponímicas, El Centenillo, allá por sierra Morena y que igualmente me ha traído de cabeza el origen de su peculiar nombre. Propongamos, por tanto, esta explicación al topónimo, abierta y mejorable en cualquier momento.




La cita estaba en ON, la primavera sobresaliente, al menos sobre el papel, las ganas de disfrutar por estos misteriosos parajes, aldeas perdidas donde los ecos quedaron atrapados en los barrancos, rebotando y amplificando el grito de injusticia donde se cumplió que los intereses de pocos acabara en la diáspora de muchos. Paradójicamente, resulta hilarante que la desgracia de aquellos se haya tornado placer y disfrute para los que ahora husmeamos en los ecos, esperando escuchar algunas risas, algún lamento, algún adiós de quién allí dejó su casa y sus campos.








LA RUTA

Largo viaje para iniciar ruta. Arrancamos en un entrañable y recoleto paraje donde aflora el Segura a la vida.


Fuente Segura


De allí comenzamos pronto a calentar porque en apenas un kilómetro ascendemos cien metros de desnivel, lo que tardamos en llegar a la bifurcación donde, si tomamos el camino de la izquierda en lugar del que llevamos, acabaremos en Don Domingo, o en el Patronato, o perdidos en medio de la nada bajo la amparo del Almorchón.


bifurcación GR7 - GR144


Pero dejaremos esa tentadora cañada de la cruz para otra ocasión, y en esta, nos iremos de cabeza hacia la loma N del Pinar del Risco uno de tantos calares que circundan los Campos. Nos rodeamos de vegetación que contrasta con el paisaje desértico que dejamos atrás por las Fuente Segura y los Pontones.


por el GR7 rodeado de laricios


Otro kilómetro más y divisamos, por la derecha, la tiná de la Loma, detrás queda el barranco de la fuente de la puerca cuyos tornajos divisaremos más adelante también por la derecha, ya que nuestra izquierda el camino se encuentra completamente circundado por laricios. Por encima de los tornajos estará previsíblemente nuestra salida de regreso, aunque avanzo que menos relajados que en estos momentos placenteros, en que un cielo azul sin una nube en el horizonte dirige nuestros ligeros pasos.


Tiná de la loma


tornajos del arroyo de la puerca


También adelanto que llevamos intención de recorrer la cuerda completa de los ahora llamados Miradores, bonito nombre diseñado para los pisapraos que ahora nos aventuramos por allí. Pero ellos no miraban, atajaban por esas riscas a los peazos que tenían arriba en los llanos, y por donde nosotros ahora miramos, ellos se asomaban a vocear, si curioso, pero cuando no había móvil (que es verdad que hubo un tiempo que eso pasaba) los recados se voceaban desde lugares aventajados, mensajes cortos, concisos, que el aíre se encargaba de hacer llegar a su destinatario. Cuando nos asomemos, lo vamos a entender muy fácilmente.

Los Centenares desde los "miradores"


Llevamos aproximadamente cinco kilómetros recorridos y la pista comienza a cansinear, encontramos un cruce bien señalizado, porque hasta aquí hemos circulado por el GR 7 ese gran sendero que dicen que llega hasta Estambul y tiene el privilegio de pasar nada menos que por la plaza de Coto Ríos; aunque no conozco a nadie que haya llegado a Estambul por aquí, si que es sugerente y romántica la propuesta. 





Como decía, en el cruce donde nos quedamos, giramos en dirección que marca Mirador de Juan León, más tarde retomaremos el GR7 con dirección Coto Ríos tras abandonar este la Hoya del Ortigal.


bifurcación del GR7 hacia los miradores


Ya sin vegetación, por los roales de tierra que recuerdan antiguos cultivos, llegamos en un periquete, apenas quinientos metros para el primer gran púlpito oteador.


mirador de Juan León


Al asomarnos la imagen conmueve, al fondo unas casitas aún en pie, muchas con sus tejados saludan agradablemente la retina pero... no se ve nadie, no se oye nadie. Los Centenares llevan muchos años en silencio, si voceáramos desde este torreón privilegiado en el que nos encontráramos, ni siquiera los cuervos responderían pues también se fueron, al no contar ni con grano para alimentarse.


Los Centenares





En este punto comenzaremos el tramo aventurero. Tomamos el filo del escarpe y lo continuamos siguiendo las indicaciones de Antonio Vela y Enrique Martín ganando unas panorámicas asombrosas, propias de las mejores cimas de esta Sierra, Yelmo, Gilillo y su cuerda, Peña Corva, Majal Alto, el Tolaillo y Peñamujo,...


Majal Alto


de izquierda a derecha: Pardal, Peña Corva, Peñón de los Desesperados, y Morra de los Cerezos


Sierra de las Lagunillas y Poyo Segura de Pontones


Peñamujo, el Tolaillo y el Yelmo


Cuando llegamos a la cima aparece la descomunal mole de las Banderillas, estamos tan cerca que las casetas se divisan a simple vista sin dificultad, los campos del Espino se hacen infinitos cerrados por la cuerda de la Cabrilla y de repente, otra emoción, el inconfundible vallejo de la Hoya de la Albardía, quizás una de las mejores perspectivas que se pueden tener de este bucólico paraje. Los calarejos de los Villares y Nevazos cierran el horizonte de esta mayestática visual.


Banderillas


casetas de fogoneros en las Banderillas


campos del Espino


Hoya de la Albardía


Calarejo de los Villares


Nos entretenemos, como no, con las panorámicas, y en eso un rebaño de cabras triscando por la cumbre que se solivianta ante nuestra presencia.








Toca dejarnos caer a la cañada que desciende de la hoya del Ortigal para enlazar de nuevo con el GR7, casualmente encontramos una senda que por aquí discurría, debiendo ser bien transitada a fe de los resiegos que hay a su vera.


loma que desciende de la cuerda al GR7


gran resiego


Una vez abajo, con Peña Corva de testigo, tomamos un cómodo camino que bordea por encima la preciosa cortijada de la Albardía  y pasando por unos tornajos, nos lleva por un árido camino hasta el collado de los Frailes, volcando después hacia el cortijo de las cabañas por una entrañable senda de piedra seca y pasando junto a donde el arroyo del hombre y el de las grajas ven la luz vigilados desde la distancia por el puntal de las Cabras.





Hoya de la Albardía





collado de los frailes








En nada nos situamos donde se ubicó la CF del prao de la Peguera, lugar en que dejaremos nuestro camino para tomar una trocha más o menos a la altura del mirador-voceador de Juan León donde estuvimos asomados, que nos encajonará en el barranco del lobo, en su inicio, por la ladera de la solana, antiguos campos de cultivo ahora convertidos en pinares de repoblación, con los farallones por donde anduvimos cresteando frente a nosotros.


bifurcación para los Centenares





Súbitamente, tras los pinos se abre una amplia panorámica, hemos llegado, una era nos saluda, desde aquí los Centenares conservan aún la incógnita de descubrir a alguno de sus moradores saliendo a la puerta, con el ánimo pausado de quién espera para dar la bienvenida.




Pronto se torna en un espejismo, la soledad más categórica abunda en esta planicie, ni siquiera aquél que cuentan se ha resistido a perder su territorio, su pequeña parcela en una lucha desnivelada, anda ahora por aquí. Lo cierto es que, a pesar del luminoso día, los colores me aparecen adulterados, predominando un ByN, sepiaceo, impropio del esplendor que nos rodea.





Necesito recorrer estos cortos callejones sin nombre y así lo hago, mirando detrás de las puertas abiertas, en los rincones de los corrales, parece imposible que la soledad más absoluta reine en lugar tan bello, si lugar bello, ahora lo miro con ojos de turista, pero párate y piensa en ellos, como era su día a día, sus largas tardes invernales, sus inviernos de casi seis meses, sus frías noches llenas de incertidumbre para el día siguiente. La conversación de mis compañeros me saca del trance, convenimos parar a reponer fuerzas, abajo, junto a la fuente-lavadero.



















En eso estamos cuando comienzan a arremolinarse confluyendo gropusculos de nubecillas que van borrando el intenso techo azul que nos cubre. Desde donde estamos, reposando tranquila y bucólicamente la ingesta reciente, se atisba a lo lejos el Miravete, otro enclave similar que me saca del tedio pensando en su toponimo. Por más vueltas que le doy, mirando desde la lejanía solo se me ocurre un juego de palabras Miravete x Minarete (o al revés) pues un minarete es lo que me parece desde aquí el espigón que planea sobre la pequeña aldea. En fin, dejemos elucubraciones  y reanudemos la marcha a instancias de los compañeros, que perciben, no sin razón,  que la “cosa se pone fea”


El Miravete





Tomamos, más ligeros que pausados, el camino descendente que nos lleva al arroyo del lobo, embarrancados a esa altura comienza a tronar sobre nuestras cabezas, es pasmoso como el vello se transforma en escarpias superando al chascarrillo en una progresión geométrica, lamentablemente no llevamos los útiles para el conjuro (trébedes, tenazas de chimenea y hacha con filo). Entrando en el Miravete comienza el chapuzón.


El Miravete











Felizmente la partera nos ofreció su casa para resguardarnos, dentro pasamos la incertidumbre de si podríamos continuar o tendríamos que pasar la noche con las ánimas autóctonas, afuera el eco del barranco reverberaba con fuerza la queja celeste.








Con paciencia todo pasa, y nuestra tormenta no pasó pero nos dio una tregua y se movió como para otro lado. Por supuesto la primera intención de visitar las Huelgas se pospuso por “absoluta-nimidad”, agradeciendo apresuradamente a quienes desde otra dimensión si habían conjurado la tormenta, “rascamos uñas” para el Miravete (geográfico) por una bonita senda que nos encarama hasta Poyo Serbal, no sin algún esfuerzo que requiere parada de resuello y mirada de asombro hacia lo que abajo dejamos.














Arriba, ya en la planicie, vemos que la tormenta se revuelve hacia nosotros, vamos rozando el límite de la tempestad, cada tronar lo contamos proporcionalmente a la distancia que nos separa de nuestro destino. Finalmente, la intención de llegar a Pontón Alto y de allí volver por Fuentesegura se fue al traste, tomando la diagonal por donde pudimos, por cierto poco recomendable y menos con prisas, para caer directamente al arroyo de la puerca unos cientos de metros antes de abandonarse en Fuentesegura.


Poyo Serbal


abajo el arroyo de la Puerca, al fondo Fuente Segura








Como colofón, tras la penitencia prevista en el siempre agradable Cortijo de pontones, realizamos una visita al Cristo de Pontón Bajo, el que rescataron de la fábrica de las lanas cuando la rehabilitaron en el magnífico establecimiento turístico Refugio del Segura y permanece allí, vigilante del Segura y de los viajeros que por delante transitan, fue como una acción de gracias a la contención in extremis de los elementos meteorológicos. Bueno, así puede quedar bien,jejeje, aunque no fue exactamente de esta manera…
















VÍDEO





DATOS TÉCNICOS

Denominación
CUERDA DE LOS MIRADORES Y ALDEAS PERDIDAS 
Fecha
26 /05/2013
Itinerario
Fuente Segura - cuerda de los Miradores - GR7 - collado de los frailes - Cortijo 
de las Cabañas - Los Centenares - barranco del Lobo - El Miravete - Hoya del 
poyo Serbal - Fuente Segura
Acceso
Hay que llegar a Pontones. Desde allí, por la pista asfaltada nos desplazaremos 
hasta el nacimiento del río Segura en Fuente Segura de arriba donde podemos 
dejar los vehículos. Hay una fuente, un área recreativa y un kiosko que abre 
durante el buen tiempo.
Inicio
Fuente Segura (nacimiento)
Fin
Fuente Segura (nacimiento)
Tipo de trayecto
Circular
Tipo de firme
Sendero, jorro y pista
Estación
Primavera/Otoño/Invierno 
Distancia
 20 kmts   
Dificultad
 Moderada-Alta 
Tiempo  estimado
 9 horas   
Cota mínima
 1.217 mts  
Cota máxima
 1.783 mts
Desnivel acumulado
Subiendo: 822 mts.    Bajando: 822 mts.
Perfil

Sugerencias
Agua al inicio en Fuente Segura. En el tornajo del collado del Fraile y en la 
fuente de los Centenares. 
Mapa


Track
Movil
Cobertura Movistar y Vodafone baja en casi todo el recorrido. Bajando a la 
Hoya del Ortigal puede conectarse con Vodafone y en la fuente de los Centenares 
con Movistar. En otros puntos depende mucho de la potencia del receptor  
Mapa

Foro
La RUTA en el FORO TURISMO EN CAZORLA
Referencias

  • Las mejores excursiones por las sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Vela Lozano, A                   Ed. El Senderista 2ª edición, 2008; pp 167-172
  • Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Guía del excursionista. Martín Fernandez, Enrique A.        Ed La Serranía.2008
  • La lluvia amarilla. Llamazares, J. 1988.
  • Biodiversidad y conocimiento local. Las variedades cultivadas autóctonas en el entorno                   de Doñana. Ibancos Nuñez C,  Rodriguez Franco R. Junta de Andalucía, Consejería de               agricultura, pesca y desarrollo rural. 2010. pp 295-310. En  
  • Experiencia propia y de los ruteros que me acompañaban.

4 comentarios:

Juan Carlos Gutiérrez López dijo...

Unas vistas preciosas.Saludos

Anónimo dijo...

Ruta impresionante y melancólica. Muchas gracias por mostrar esos rincones tan mágicos de la Sierra de Segura, sobre todo por la manera y sensibilidad al hacerlo.

Quería solicitarte ayuda. Mi hermano y yo pensamos hacer una travesía por la Sierra del Segura, pernoctando en el Banderillas y también tenemos previsto hacer noche en Los Centenares o Los Miravetes. Por eso quería preguntarte sobre el estado de alguna de las casas de ambas aldeas: si hay chimenea, techumbre , etc.

Hemos pateado muchos kilómetros por la Sierra de Cazorla, el Pozo y también por las que tenemos más cerca, la Sierra de las Nieves. Seguimos las pautas del Leave no Trace, así que dejaremos el lugar más limpio que cuando llegemos.

Lo dicho, enhorabuena por el blog.
Un saludo.
Carlos

Galeno MaM dijo...

Techumbre podéis encontrar, las chimeneas dudo que estén en buenas condiciones, desconozco su estado, pero todo está muy sucio y estropeado, no se sí os traería cuenta cargar con la tienda y hacer Vivac si hace buen tiempo o llegar a Pontones que del Miravete dista un par de horas. Saludos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias. Nuestra intención era no ver "civilización" en tres días de Travesía, pero si las casas están tan mal tendremos que tener en cuenta el alpargatazo hasta Pontones o Fuente Segura.

De nuevo enhorabuena por tu blog. Gracias a gente como tú, como Luiso, Sansón, etc, los que queremos estas sierras desde la distancia tenemos la opción de descubrirlas y disfrutarlas...aunque sea por el internete.

Un saludo