1. CHIMENEA DE LA MINA LA AQUISGRANA (LA CAROLINA)
La chimenea minera, junto a otro elemento natural -el eucalipto- son los auténticos delatores de los restos del patrimonio minero que nos quedan en en Distrito. Ambos, son capaces de indicarnos con precisión , incluso en lontananza, su ubicación. Importados ambos, como tanto foráneo que vino buscando fortuna, se han quedado para hacerse nuestros, para que podamos admirarlos e imaginar (e incluso añorar) una época de esplendor.
La chimenea minera, junto a otro elemento natural -el eucalipto- son los auténticos delatores de los restos del patrimonio minero que nos quedan en en Distrito. Ambos, son capaces de indicarnos con precisión , incluso en lontananza, su ubicación. Importados ambos, como tanto foráneo que vino buscando fortuna, se han quedado para hacerse nuestros, para que podamos admirarlos e imaginar (e incluso añorar) una época de esplendor.
Vaya una, por cierto del Distrito Norte. Allí donde se cruzan los caminos, los caminos subterráneos, donde los filones del Guindo y de la Rosa se tocan, los teutones de Stolberg y Westfalia, que también se sumaron al reparto, demarcaron la que vinieron a llamar La Aquisgrana en honor a su tierra, y que nosotros hemos materializado e inmortalizado como "Laquingrana". En el paraje de la charca de las cañas, cercano a La Carolina, aún se iza esta bonita chimenea de ladrillo, como las del norte. Muy accesible desde La Carolina, embellece la cañada que remata por el norte el castillo de Tolosa.
Chimenea de la Mina Aquisgrana
Grupo Los Guindos-Sinapismo
La Carolina
2. ATALAYA MINERA. POZO MAGDALENA O SAN TRAGANTÓN (LINARES)
Es la atalaya minera. En la mesa de Pendolares, atisbando buena parte del Distrito, mirando con descaro al majestuoso castillo de Burgalimar (Buri al-Hamma), controlando las idas y venidas a Guarroman y, en otros tiempos, saludando al trenillo minero de La Carolina, se encuentra el pozo Magdalena, de la concesión San Florencio. Poco recorrido minero tuvo esta preciosidad, pero ahí quedó San Tragantón, como se llamó y conoció popularmente en aquél Linares socarrón y modernista. No pasa desapercibida, ineludiblemente llama nuestra atención, sobre todo con el sol de la tarde, cuando suele brillar por si misma por el color característico de su arenisca, por ello también la llamaron LA ROJA.
Es la atalaya minera. En la mesa de Pendolares, atisbando buena parte del Distrito, mirando con descaro al majestuoso castillo de Burgalimar (Buri al-Hamma), controlando las idas y venidas a Guarroman y, en otros tiempos, saludando al trenillo minero de La Carolina, se encuentra el pozo Magdalena, de la concesión San Florencio. Poco recorrido minero tuvo esta preciosidad, pero ahí quedó San Tragantón, como se llamó y conoció popularmente en aquél Linares socarrón y modernista. No pasa desapercibida, ineludiblemente llama nuestra atención, sobre todo con el sol de la tarde, cuando suele brillar por si misma por el color característico de su arenisca, por ello también la llamaron LA ROJA.
Pozo Magdalena o San Tragantón
Concesión San Florencio
Concesión San Florencio
3. EL EMPORIO QUE SURGIÓ DE LA NADA. POZO SANTO TOMÁS (EL CENTENILLO)
Sierra Morena, Distrito Norte, entre lentiscos, jarales, alcornoques, romeros, ... surgió de la nada, un emporio. En el lugar conocido como Cielo Abierto, visitado, explotado y abandonado desde la época ibero-romana, los Haselden, impusieron su peculiar imperio británico. Construyeron un lugar donde cada cosa estaba en su sitio y había un sitio para cada cosa, justo allí donde el centeno, cereal no desdeñable en aquella época, crecía pobremente, por ello, probablemente, lo llamaron El Centenillo.
Pozo Santo Tomás y sus chimeneas.
Concesión La Graja.
583 mts de profundidad sobre el filón "mirador"
Sierra Morena, Distrito Norte, entre lentiscos, jarales, alcornoques, romeros, ... surgió de la nada, un emporio. En el lugar conocido como Cielo Abierto, visitado, explotado y abandonado desde la época ibero-romana, los Haselden, impusieron su peculiar imperio británico. Construyeron un lugar donde cada cosa estaba en su sitio y había un sitio para cada cosa, justo allí donde el centeno, cereal no desdeñable en aquella época, crecía pobremente, por ello, probablemente, lo llamaron El Centenillo.
Pozo Santo Tomás y sus chimeneas.
Concesión La Graja.
583 mts de profundidad sobre el filón "mirador"
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