LAS ESCALERAS DEL CHILLAR...Y OTRAS COSILLAS DOMÉSTICAS...
Tiempo ha, cuando uno comenzaba a asomarse a este ventanuco serrano, asistí pasivamente como mero espectador (como no podía ser de otra manera), a un cruce de comentarios que no me pudo pasar desapercibido. Lo cierto es que lo he buscado para enlazarlo y no lo encuentro, pero aseguro que no lo he soñado. La cosa venía a razón de los lugares señeros y emblemáticos de esta gran sierra. Concretamente el hilo refería una ruta por el Gualay, no recuerdo si por la cerrada del Pintor o por la Canaliega, y el comentario en cuestión que llamó mi atención equiparaba el lugar como si de la Capilla Sixtina de la sierra de tratara: “el templo o el santuario” venía a referir. Desde entonces, como no, aquello despertó mi interés y he conseguido conocer parte de esa oculta y escondida maravilla. Igualmente conocí que aquello es una de las zonas más protegidas administrativamente catalogado como zona de reserva administrativa A.
No, no creáis que desvarío. Pasado el tiempo, he tenido la fortuna de conocer algo la Sierra y aunque aún me pueden perder en ella, he conseguido obtener criterio propio y opino que es excedido localizar un punto, un lugar en esta inmensa sierra como el súmmum… Quién se aventure, fuera de lo que sea mostrar preferencias personales por unos lugares o el comentario por la emoción que el descubrimiento de alguna zona singular deja, o peca de atrevimiento al otorgar una calificación tan categórica o de ignorancia al no conocer otros lugares de similar calado.
Con la misma subjetividad de quién entonces defendió aquél lugar, sigo opinando y opino que royo Chillar, en la sierra de las Villas (o para los puristas geográficos, sierra de Cazorla, vamos que me da igual estas tontás…) es merecedor igualmente de la categoría administrativa reserva A, aunque si lo expreso con vehemencia lo referiría de manera similar a como se catalogan los electrodomésticos de ahorro energético: reserva AAA+++.
Ahí queda eso.
Sin embargo, matizo el símil enfatizando la invitación a que se recorra y visite, quién no lo haga, quién no de un cómodo paseo al menos desde los cortijos de los Vadillos hasta la cerrá-pasá del Cuco, se está perdiendo un auténtico SANTUARIO de paz, de belleza, un SANTUARIO botánico y etnográfico, un rincón en definitiva como pocos en nuestro extenso parque.
Y todo esto tomaba forma en mi cabeza mientras recorría este grandísimo paraje, magníficamente acompañado.
Comprendo que nuestro GR Bosques del Sur busque un trazado “para todos”, sin entrar en los parajes más montañeros, pero obviar tramos como este (y otros similares próximos al trazado oficial) ha sido una decisión lamentable a mi parecer.
Hace varios años me sucedió el descubrimiento, el pasado verano pude por fin delimitar y entrelazar varias partes ahora fácilmente reconocibles. El actual está siendo el del disfrute, el del gozo de compartirlo con amigos y familia y reconocer sus sensaciones seguramente más imparciales y menos pasionales que las mías (aunque algunos también se dejan llevar de estas “tontás” serranas…).
El planteamiento de la ruta incluía recorrer la cuenca alta del Chillar, accededer a uno de sus orígenes, royo Cucharas, que toma el nombre de los magníficos útiles para comer, duros y compactos que aquí de confeccionaban con las bujeas (madera de boj…) de buena calidad que da el terreno. De hecho, uno de los cortijillos más recónditos de este barranco cucharas lo habitaba quién pasó al recuerdo popular no por su nombre de pila, sino por su mote: Tío Cucharas.
Para cansinear al Chillar y disfrutar nosotros hemos combinado esta zona poco transitada, con entrada y salida por unos sobresalientes accesos serranos, la escalera de Amador (entrada) y la del Puntal (salida), empapándonos en el trayecto, como no, de ese SANTUARIO natural, encajonada cerrá, zanjada y surcada por torrenciales royos de corto recorrido, y medio artificiosa, una genialidad etnográfica para salvar el escollo natural representado por una coqueta pasá labrada en la toba por donde ellos se comunicaban, la del Cuco, amen de numerosos vestigios de que estuvieron por aquí dando vida entonces a estos rincones apacibles y solitarios.
LA RUTA
La noche anterior fue sonada, una de esas tormentas que estremecen cuando te cogen en plena sierra, vivimos su furia aunque protegidos en el vehículo e intuimos que la mañana siguiente sería radiante, como así fue.
En el camino pudimos comprobar que aún a estas alturas las cascadas de los caballeros fluyen alegremente ¡insólito!!!!!
El río Grande emanaba un vapor mágico a esas horas allá por las milpiedras...
Las covachas de los nenes, bajo las ermita de la Hoz, se mostraban misteriosas...
JJ nos tenía preparado un alto en el camino. Tantos años visitando ese rincón de la fuente de los cerezos allí donde royo Martín deja un terreno llano, entonces huelga y hoy campamento y final de la sexta etapa del GR bosques del sur, y al remate nos enteramos casi simultáneamente, por él mismo y unos días antes por la lectura del libro de Rufino Nieto de la existencia de la mierera mejor conservada de todo el parque.
¿Qué? ¿Qué no sabes que es una merera? ¿Ni para qué servía la miera? Pues amigo necesitas urgentemente leerte el libro de Rufino (o darte una vuelta por la sierra con JJ). No obstante, adelantaré que la miera se extraía del enebro y los serranos daban buen uso para curar la roña (sarna) del ganado, aunque las aplicaciones generalmente se extendían más allá de eso, incluso se trataban afecciones dérmicas humanas(a falta de pan…).
Aunque el objetivo a la hora de la extracción era el mismo, el ingenio se diferenciaba claramente de las más conocidas pegueras (de donde se extraía el alquitrán vegetal), básicamente en que la peguera se enterraba y la merera se construía sobre nivel. Fue una delicia la visita matutina a esta mierera.
Según supimos más tarde, en su buena conservación tuvieron algo que ver un grupo de voluntarios que la rehabilitaron recientemente.
Pues allí está el monumento, donde lo construyó junto a su padre el antiguo pedáneo de Bujaraiza, allí está pidiendo ser admirado por las gentes que se dignen a detenerse a beber agua en una de las fuentes emblemáticas del parque, la fuente de los Cerezos
Tras el grato “impasse” mierero continuamos el camino hasta llegar a la altura del cortijo del Puntal, más allá del collado y fuente agua de los perros. A unos ochocientos metros del cortijo, poco antes de llegar a la curva que emboca en Carrales, hay un espacio donde dejar los vehículos. De ahí partimos y llegamos.
Tomamos un carril que sale unos metros más adelante para dar servicio a los cortijos de Carrales y de la Lancha. Lo abandonamos a la altura de la laguna de Carrales, amplia planicie parcialmente inundable donde hay marcado un círculo para los helicópteros. Atravesamos la laguna acercándonos al filo de la lancha, al terminar la misma andaremos atentos porque de allí mismo sale y entra claramente la escalera (hito) por la que Amador se comunicaba con el mudo.
Está muy perdida en su tramo central aunque en su inicio y remate es claramente aún reconocible. Iremos buscando las parejas de mojones que hasta las puertas del cortijo nos irán marcando su trazado. Se alcanza pronto este cortijillo situado en un morrete con unas vistas únicas. Frente a este, el cortijo de Qintín, con quien voceándose casi podía darse recados.
Por la derecha y abajo, pegado al royo, quedan los Vadillos que no se ven desde aquí pero si su delator morro.
Delante del cortijo la chiquera, desde donde vemos abajo la pista que camina junto al Chillar y una de las pantanetas de este. Por la derecha del cortijo tuvo huertos este Amador, y por la izquierda también, aún lo delatan las paratas de los bancales ganados al monte, y una fuente modesta pero suficiente para sus necesidades. Si miramos a la izquierda del morro la estampa mágica, el encuadre del collado flanqueado por los dos morrones de Santa María, allí donde ve la vida royo Cucharas e iremos en su busca.
No nos entretenemos demasiado por aquí así que nos vamos por la izquierda del morrete y cortijo siguiendo ahora una traza tenue que nos cruza el royete de los huertos y comienza a descender por la umbría buscando los huertos que tenían junto al Chillar el cual cruzaremos, hoy viene crecidete y me lleva a la metedura de pata (en el charco) del día.
Tomamos la buena pista paralela al royo que pronto nos conduce a la buena fuente de los
Nerpeños (Enerpeños en aquellos mapas que la sitúan bien)ahora bien restaurada, con dos apetitosos caños de agua y rebosante por la derecha.
Por allí nos entretenemos admirando como se derrama el Chillar por el dique que le hicieron, a la altura del corrimiento de tierra que hubo tras un incendio por la zona, y que deberemos a travesar para buscar la senda que continúa royo arriba.
Un precioso bosque de ribera nos acompaña hasta la misma puerta de la cerrá-pasá de Cuco, por donde estaba el viejo molino y la fuente del Avellano que nos enseñó Manuel, a pie del royo. Repasamos los pocos restos casi irreconocibles en obra del viejo artefacto.
En un momentico, con tres zancás, tras cruzar royo Cucharas que por aquí se entrega a su hermano mayor, nos situamos tras un recoveco en ese disimulado lugar de apariencia humilde pero de descomunal belleza: la cerrá del Cuco y sus sucesivas cascadas, este año abundantes hasta el punto de no dejar a la vista claramente la piedra musgosa que a mi se me antoja a la faz de un indio.
Para quién desee más detalles, en otras entradas describo la múltiple conjunción acuífera que aquí se da, así que no me repetiré. Tras embelesarnos con el lugar ascendemos a contemplar la otra genialidad, la etnográfica, la trazada a pico y cincel en la generosa toba para superar la barrera de la incomunicación que la cerrá imponía. La combinación de la severa naturaleza y la superación de la misma por ellos, sin alterar el entorno es lo que hace grande al lugar, único.
Tras encaramarnos en el primer tramo, el más vertiginoso, en el que hay que abrazarse bien a la pared que nos protege a la izquierda y pasar el trasto de mojón que aquí colocaron (¿a posta?), nos queda otro fugaz aturdimiento tras cruzar royo Carrales que abajo veíamos que se volcaba sobre el del Hoyo-Ojuelo para formar esa conjunción mágica de saltos, al fondo este arroyo que desde todo lo alto de Carrales toma brío, se descuelga en otra bella cascada, delicia veraniega para tomar un refrescón.
De aquí, cruzamos el canalón labrado en la toba que nos permite avanzar y tomar la trocha a los cortijos del morro.
Desde allí se nos adivina la hermosa cañada del Ojuelo que tendremos que ascender buscando el camino antiguo, el que había antes de que hicieran la carretera transversal no muy lejos de este.
Para conseguirlo debemos bajar hasta prao borde o huertos del cortijo del Hoyo, y de ahí subir intuitivamente ya que la antigua senda está completamente destrozada e invadida por la vegetación. Tenemos que cruzar el cauce seco del royo del Ojuelo para encontrar la vieja senda que nos eleva a las puertas del cortijo de Casporra (Sopalmo bajo en los mapas). Antes de visitarlo, nos vamos a la derecha para ver algunas tapuelas cercanas y una vista frontal de la cañada de Carrales con los cortijos que recientemente hemos visitado, los del morro.
Dejamos el viejo Casporra que sucumbió en un voraz incendio allá por los años sesenta y continuamos ascendiendo por la cañada del Ojuelo, ahora por donde va ensanchando para llevarnos por tramos de la antigua senda perfectamente reconocible hasta el antiguo cortijo del Ojuelo.
A la salida de este, dirección a la tiná y ahora arreglado cortijo (nuevo) del Ojuelo, junto al collado del que toma el nombre, nos topamos con un buen ejemplar "trabajado" de sabina, buena y resistente madera. Ya en la tiná buscamos reponer liquido aunque el hilillo de agua nos decepciona. Ahora no está el pastor, parece que se ha ido antes de tiempo, el año pasado, el mastín me mantuvo a raya sin dejar acercarme a la casa, hoy podemos ver sus alrededores y tomar la senda desde donde nace, a espaldas justo de la nueva construcción que allí hicieron.
Buena senda que asciende por la lancha Limas, un pedregal difícil de andar si no fuera por este trazado que nos acerca casi a tocar el cerro de Santa María allá por el borde de la loma de la Cruz desde donde tenemos a la vista nuestro próximo objetivo, el cortijo Terrones.
Estamos en pleno barranco Cucharas, el que se inicia justo en el collado de los morrones para el lado del Chillar. En el cortijo Terrones visitamos la peguera, su entorno, esos chopacos delatores en otoño, cuando se encienden intensamente, de la casa que aún guardan, por si volvieran. Dentro una coquetería empotrada en la pared ¿imaginas su uso...?
Buscamos la senda que ellos trazaron para bajar a royo Cucharas, se anda mejor de lo que pensaba tras las intensas lluvias primaverales. El camino se intuye junto al cauce donde encontramos abundantes nogueras y un buen tejo. Casi al final, cuando aparecen los pinos de repoblación que pusieron "inteligentemente" en medio de la senda por algunos tramos, la cosa se enmatoja un poco, no obstante debemos estar atentos para no pasarnos el viejo cortijillo del Tío Cucharas
A partir de allí por camino bueno ascendemos un colladete, para abandonar nuestro royo Cucharas que se descuelga en busca del Chillar allí por el Cuco. Continuamos por el jorro pues buscamos otro tesorillo serrano, el cortijo del Tío Luciano. Un buen cortijo inmejorablemente situado, con extraordinarias vistas al caballo del Torraso y a la lancha del Agua los Perros. Desde allí casi se divisa toda la cuenca del Chillar. Para llegar a este hay que intuir el caminillo que abandona el jorro que llevábamos, atravesar un buen chortal y dejarnos caer por la parte trasera, donde encontraremos a pie del camino la vieja peguera.
Como reliquias serranas, vestigios del pasado, nos deja este buen cortijo la pintura bien conservada en la parte del hogar, donde la lumbre iluminó muchas noches y calentó los estómagos. A su derecha la cantarera en una alacenuca y fuera los machones que seguramente sujetaban la parra con que dar sombra en los veranos.
Hace calor, el medio día se nos ha echado encima y vamos pensando en lo que tercia a estas horas, así que abandonamos con presteza el lugar por un senderillo que arranca por detrás de la casa y que en un santiamén nos deja en el barranco de la Peraleja, por debajo del cortijillo. Como es camino conocido arreamos el paso solo pausado en la fuente de los Nerpeños con el correspondiente refrescón y pista de los Vadillos abajo, acompañando el apacible caminar del Chillar por esta vega. Lo cruzamos pasada la segunda pantaneta que le hicieron y ahora vamos por su lado derecho hasta llegar a los huertos de los cortijos de los Vadillos, allí donde se le unen los royos Agua los Perros y el del Chindo y ahora ya si es Chillar, el que chilla briosamente y de despeña por ese angosto cañón camino el Gran río, pero esa será otra historia. Ahora abandonamos la pista por la cuneta de la derecha antes de que terminen los huertos y se bifurque el camino. Al inicio hay que tener fe e intuición, pronto daremos con la senda que ellos trazaron para bajar y subir al cortijo del Puntal desde los Vadillos y viceversa. Entre romeros va ascendiendo con brío buscando situarnos justo bajo el Puntal, donde comienza la otra genialidad del día, esta escalera que en un plis plas, bueno sudando la gota gorda por las horas, el calor y la distancia acumulada nos encarama al cortijo del Puntal.
Lo visitamos brevemente, solo para resollar un poco y alcanzar los vehículos que distan escasos ochocientos metros.
EL VÍDEO
DATOS TÉCNICOS
Denominación
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ESCALERAS Y CUENCA ALTA DE ARROYO CHILLAR
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Fecha
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10/07/2013
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Itinerario
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Lancha de Carrales-laguna de Carrales-escalera y cortijo de Amador-royo Chillar-pista de los Vadillos-fuente de los Nerpeños-cortijo, cerrá y pasá del Cuco-cortijos del morro-prao borde-cortijo de Casporra-cortijo del Ojuelo-cortijo-tina del Ojuelo (nuevo)-lancha Limas-loma de la Cruz-cortijo y peguera de Terrones-royo Cucharas-cortijo tío Cucharas-cotijo del tío Luciano-barranco y royo de la Peraleja-royo Chillar-fuente Nerpeños-pista de los Vadillos-los vadillos-escalera del Puntal-cortijo del Puntal-lancha de Carrales.
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Acceso
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Carretera transversal de la Sierra de las Villas
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Inicio
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Lancha de Carrales, a 800 mts del cortijo del Puntal dirección a Carrales
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Fin
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Lancha de Carrales, a 800 mts del cortijo del Puntal dirección a Carrales
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Tipo de trayecto
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Circular
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Tipo de firme
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Pista / Senda
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Estación
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Primavera/Otoño/Invierno/Verano
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Distancia
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15,8 kmts
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Dificultad
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Moderado
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Tiempo estimado
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6 horas
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Cota mínima
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970 mts
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Cota máxima
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1.255 mts
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Desnivel acumulado
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Subiendo: 596 mts. Bajando: 596 mts.
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Perfil
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Sugerencias
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En el trayecto en vehiculo hay varias fuentes. En el trayecto a pie encontraremos agua en la fuente de los Nerpeños y en la de Amador (más econdida) . Evitar las horas centrales del día, especialmente en el estío No abandonar basura. No encender fuego. Hay que vadear varios arroyos.
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Mapa
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Track
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Movil
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Cobertura Movistar ausente en todo el recorrido a pie.
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Mapa
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Foro
| LA RUTA EN EL FORO TURISMO EN CAZORLA |
Referencias
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Experiencia propia
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2 comentarios:
Muy bien documentada Galeno, no sabes que envidia me das, y es que yo no conozco casi nada de Cazorla, Segura y las Villas, y encontrar gente que te pueda hacer de guía y además acompañar por aquí (La Carolina) es difícil.
Un saludo.
Me alegro que te guste Ángel. Todo es proponérselo y con incidir un día, seguro que te gustaran las Villas. Pendiente tenemos la visita a las Bedmaras y Araceli, aquello si que tiene una historia. Saludos.
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