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EL CLUB DE SENDERISMO EL CAMINO
PULSA EL BOTÓN
Que Sierra Morena no tenga espectaculares elevaciones y singulares cimas, donde la épica se entrecruza con la agradable, necesaria y satisfactoria tarea de caminar, ha llevado a muchos a dar por buena la aseveración de que estamos ante una montaña menor. En fin, “lógicas tontas son fruto de mentes pequeñas”, eso dijo un listo.
Pero ¡amigos! todo no va a ser batir récords.
Peñón del zapato. Camino de la Carolina a La Aliseda. |
Tengo que dar la razón, no obstante, a quienes justifican su aseveración en que Sierra Morena y su entono, especialmente la zona de Despeñaperros, carece de sendas, de caminos entrañables que aporten la sensación extraordinaria de estar perdidos en el espacio-tiempo aunque sepamos concienzudamente por dónde vamos. Rotundamente cierto; abunda el exceso de pistas forestales y trochas configuradas por conmovedores y en ocasiones imposibles cortafuegos que aburren al más pintado y hacen recular ante muchos proyectos de ruta.
La Aliseda. Puente de San Pedro sobre el río de La Campana. Fresno singular |
No acabo de entender, y aún nadie me lo ha explicado razonablemente, como la dirección del Parque Natural e incluso el Consistorio de Santa Elena, dueño de un término cargado de arte, impactante naturaleza e impresionante historia, no potencia y promociona otra suerte de sendas más disfrutonas, en las que los ya iniciados en el senderismo gocen de alicientes más allá de una pista sin más, donde el montañero encuentre desniveles razonables y agradables de acometer, donde, para terminar, no cruzarse con un 4x4 que hace preguntarse a uno porqué hay quién tienen la llave de las cadenas del parque para visitarlo plácidamente en su vehículo a motor y a otros les ponen tantas pegas por tirar de una mochila monte a través...
Bueno, pues que conste, que esos senderos existen y aquí va un ejemplo.
LA RUTA
La ruta, sin apenas dificultad, presenta como novedad realizar un recorrido por el entorno de la Aliseda sin pisar pista o asfalto, solo para cruzarlo. Podría hacerse el doble de los kilómetros propuestos, siempre por senda y bosque pero hoy solo disponíamos de la mañana para el propósito. Solo una tachuela, el cerro de los olivares, allí donde cuentan que el Miramamolín planto su tienda bermeja para divisar los movimientos de las tropas cristianas en su avance hacia los llanos de las Américas, allí donde se dieron el mayor número de bofetadas aquellos aguerridos "estúpidos de la fe" unos y otros, pues se encuentra en un deplorable estado de vegetación, gracias a que se nos cruzó una senda que no esperábamos y nos sacó del apuro. El resto es un apacible paseo disfrutando del otoño, la mejor época por estos lares, sobre todo el otoño tardío, el mejor regalo de Sierra Morena.
Partimos del área recreativa de la Aliseda, el otoño se sale en el paraje, los castaños se resisten un año más a fenecer, el río de la Campana luce sus mejores galas.
La Aliseda. Fuente herrumbrosa |
Tomamos el GR-48 en dirección a Santa Elena bonita para abandonarlo pronto por una trocha que nos eleva a un cerro amesetado, este nos permite las primeras vistas de la cuerda de Despeñaperros, Castro Ferral incluido. Este sendero nos conecta la zona de la Aliseda con la carretera que asciende a Santa Elena. Acompañamos unos metros paralelos a la carretera por una traza que discurre junto al arroyo y en la siguiente curva pasado el desvío hacia el barranco del lobo la cruzamos, detectando otro sendero que rápidamente asciende con ímpetu hasta otro bosque despejado donde los rayos de luz crean auténticas virguerías.
Recorremos el sendero en su totalidad hasta que desciende a una vaguada donde cruza el arroyo Quiñones, estamos a escasos quinientos metros del Museo de interpretación de la batalla de las navas de Tolosa, en la ladera de los cerros de las viñas y, en lugar de continuar al frente, giramos a la izquierda para poner rumbo al cerro de los Olivares. Por esta zona hay que andar con cuidado porque en la época de primavera y verano sitúan un buen colmenar. Llegamos a la puerta E del criadero de linces y continuamos paralelos a la carretera para cruzarla antes de que se una a la que comunica Santa Elena con Miranda del Rey. Atravesamos un pinar despejado y nos metemos intuitivamente por un cortafuegos realizado para los postes de luz y aunque ocupado en su inicio por abundantes jaras, podemos seguir sin dificultad.
Pegados siempre al monte, intentando descubrir algún senderillo que nos introduzca por esta parte del cerro de los Olivares descubro una traza y sin pensarlo me aventuro, el resultado un franco enmatojamiento de jaras y rastrojos que me obliga a retroceder y, en esas, me topo con una senda de saca de corcho preciosa que bordea toda la cara W del cerro y me lleva hasta un lugar despejado desde donde las vistas del cerro de la Estrella, Montón de Trigo, riscas de las Grajas e incluso Castro Ferral y la cuerda de Despeñaperros son inmejorables.
Cerro de la Estrella a la izquierda. Ricas de las Grajas a la derecha |
Salto del arroyo de los Calderones |
ruinas de Castro Ferral |
Aquí encontramos la razón de porque el Miramamolín eligió este lugar como puesto de mando, ello me obliga, aunque no era el objetivo, a recapacitar sobre el planteamiento personal de la leyenda del Pastor de las Navas, ¡parece imposible (como plantean algunos) que las tropas cristianas se pasearan delante de las narices de Al-Nasir sin que este hiciera nada por impedirlo!, la teoría del camino de la umbría de Magaña cobra valor pero habrá que venir de nuevo aquí, con prismáticos y la teoría bien leída para sacar conclusiones, aunque sean exclusivamente personales (os dais cuenta, esto tienen las rutas, una cosa lleva a la otra, a cual más apasionante).
Tras un merecido descanso y avituallamiento emprendemos la marcha, Trufa siempre delante olisqueándolo todo disfrutando de la ruta tanto o más que yo, intuyendo hacia donde nos dirige el sendero que llevamos. Efectivamente, tras probar una variante que acaba en unos buenos alcornoques, el sendero conecta con el que hemos empleado en otras ocasiones para subir al cerro de los Olivares. Este nos baja próximos a la valla del criadero de linces y nos deja junto a la puerta W del mismo. De ahí buscamos el cruce con el barranco del lobo y unos metros más arriba nos desviamos de nuevo por otra vaguada continuando senderos que nos introducen en bosques en los que solo falta que los duendes se hagan visibles.
Acabamos en la ceja de barranquete del arroyo de las Américas con las vistas de un cortijo desconocido que habrá que investigar (cortijo de D. Esteban, lo llaman algunos mapas). Descendemos por la vaguada hasta un pinar de buenos ejemplares que nos sirven de guía junto al arroyo de las Américas que unos metros más abajo se entrega al incipiente río de la Campana.
Ya nos queda patear el tramo de calzada romana paralela a un gustosísimo cauce hasta llegar al puente de la Aliseda donde el otoño nos espera de nuevo con los brazos abiertos, ¡y que abrazos nos dio!
La Aliseda. Puente de los suspiros |
Descripción de la ruta con el CS El Camino |
EL VÍDEO
DATOS TÉCNICOS
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